Por:
Glendobeth Gutiérrez Castrejón
Así
como más de una ocasión hemos celebrado tener mucha madre y nos ha dolido
cuando alguien nos dice que vayamos a fregarla, también hemos resaltado tener
un buen padre, hay quienes los tienen biológicos, otros de crianza, otros
adoptivos, pero eso sí, usted coincidirá querido lector que de todos los padres
el más Grande es el Creador de todo lo habido y por haber.
Hace
meses viajábamos en un coche algunos compañeros de trabajo, el trayecto era
largo, vinieron las sugerencias de cantar, empezamos con algunas de amor y
desamor, todos felices, quienes las sabían cantaban, quienes no, lo poquito que
sabían, en tanto que otros meditaban la letra, de pronto vino una pausa y
empezamos con una canción: “… se van perdiendo en el tiempo mis años…”
Poco
tiempo pasó cuando alguien pidió no fuera cantada, el de la voz prosiguió y le
volvieron a hacer la suplica dos veces más, el motivo verdadero, sólo quien
expresó su desacuerdo lo supo, los demás respetamos su sentir, hicimos una
pausa de sorpresa y continuamos con otro repertorio.
Que
bella canción es esta: “…Mi querido viejo…” que nos traslada a varios años
atrás, cuando éramos pequeños, cuando nos mirábamos al lado de papá, un hombre
joven, vigoroso, firme, enérgico, pero de un corazón tal, que cuando nos preguntaban
que deseábamos ser de grandes, siempre respondíamos: “De grande quiero ser como
mi papá”.
Nuestro
padre pudo haber sido un erudito o quizá alguien afecto a vivir en las
cantinas, más siempre quisimos seguir sus pasos, no por su triunfo profesional
o por sus vicios, sino más bien por los momentos en que sus abrazos, sus besos,
sus caricias, sus travesuras, nos hicieron sentir lo máximo y que ahora de
adultos nos brota una lagrima por aquellos ayeres tan marcados de una ternura,
que en efecto decimos: “…Dios mío porque se nos va lo bueno…” y quisiéramos
detener el tiempo y nos resistimos a que venga lo que algún día llegará.
Esto
es así, como quisiéramos tener a nuestros seres queridos con nosotros todo el
tiempo, dicen que ese era el plan original desde la Gran Creación, más Eva le
hizo caso a la serpiente y los planes cambiaron, pero que bonita es la vida,
que bella es la oportunidad de vivir un día más y con una mirada, una sonrisa,
un beso, un abrazo, una caricia… sinceros, demostrarles a nuestros seres
queridos lo que sentimos por ellos.
Todos
nos iremos algún día de aquí, ¿Cuándo? No lo sé, pero mientras eso sucede, que
cada quien decida como andar en el camino cuesta arriba, si disfruta a sus
padres y si se esmera en ser un gran padre que cuando sus hijos sean adultos
puedan decir: “Mi padre ha sido tan fuerte, tan inteligente…”
Donde
quiera que esté mi padre biológico: Eusebio Gutiérrez Reyes, ojalá que Dios le
tome en cuenta sus grandes obras y, en cuanto a mi padre de crianza: Apolinar
Castrejón Ponce, gracias Señor por haberme puesto en buenas manos…
Papa
Dios, felicidades en este y todos los días en que te llevas los galardones por
tu infinita misericordia.
(Derechos reservados)
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