Autor: Glendobeth Gutiérrez Castrejón
Vine a este viaje
sintiéndome ser el pueblo
que alegraras a extremo
con tu presencia.
Como el agua marina
pensar acariciarte sorpresivo,
siendo poco brusco al principio,
siendo suave y entrañable al final.
Como la arena costera
de amor soñar apasionado
ser pisado de la felicidad
traída por ti.
Con un beso tuyo
volar alto como una gaviota,
mirando tu belleza espectral
desde las grandes alturas.
En la tarde imitando el sol
alborotando tu pasión nerviosa,
quisiera lograr y arrastrar
el frenetismo de nuestros placeres.
Como el cielo azul
de grandes masas saladas,
quisiera oxidar malicias
cubriendo sutilmente tu cuerpecito.
Siendo una gran brisa
empujada por el prudente viento,
llegaría conciente sorpresivo
a darte muchos besos.
Formando un amor homogéneo
seriamos gigante maremoto
arrasador de envidias y vanidades,
tendríamos un mundo dichoso.
Encerrados por la lluvia
posaríamos en la playa
lo que por dentro somos
dejando al mar en babas.
Estando la media noche
sostenidos por la playa y sus adornos
iluminarían los rayos lunares
el inicio de un nuevo romance.
Nos besaríamos mucho,
mientras en diferentes poses,
constelaciones estrellescas
observarían distraídas.
Durante todas las tinieblas
alumbradas por la lunada
nos diríamos con la vista, el olfato,
oído, tacto y gusto; un te quiero amoroso.
Llegaría la aurora,
cupido habría terminado su cometido
mientras este hombre extrovertido
no olvidaría lo ocurrido en la playa.
(Derechos reservados)
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